En nuestra experiencia como padres de Adrián, un niño autista de 4 años, hemos aprendido que establecer límites en el tiempo de pantalla no solo es crucial para su desarrollo, sino también una oportunidad para fomentar otras actividades creativas y físicas. Su tiempo frente a la televisión está estrictamente monitoreado, y cada programa que ve pasa por nuestra aprobación. Nos aseguramos de que sean contenidos adecuados, libres de estímulos fuertes, cambios rápidos de imagen o palabras ofensivas, para proteger su sensibilidad y promover su bienestar emocional.

“Establecer límites en el tiempo de pantalla de Adrián es esencial para mantener su curiosidad por el mundo más allá de la televisión.”

Adrián responde profundamente a ciertos estímulos en la televisión, cuando algo le genera tristeza o miedo, como una escena impactante o una música inquietante, su reacción es inmediata y genuina, puede taparse los oídos, llorar, emitir sonidos para distraerse o incluso salir corriendo a su cuarto, estas respuestas no solo reflejan su sensibilidad emocional, sino también su instinto natural de protegerse de lo que percibe como incómodo o abrumador.

Sabemos que estas situaciones pueden ser desafiantes, pero también representan oportunidades valiosas para enseñarle a gestionar sus emociones y enfrentar las dificultades de forma gradual, limitando su tiempo de pantalla, no solo le damos espacio para calmarse, sino también para explorar el mundo que lo rodea.

“Transformando Desafíos en Oportunidades de Crecimiento”

Cada emoción que Adrián experimenta, ya sea alegría, tristeza o miedo, tiene un propósito en su desarrollo, estas vivencias nos recuerdan que, aunque la televisión puede ser una ventana al mundo, es en los momentos cotidianos, lejos de las pantallas, donde se construyen las conexiones más significativas y se cultiva su curiosidad por la vida.

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