Procuro siempre que puedo, permitirle a Adrián ser y explorar a su manera y seguirle el paso, en esta ocasión, aunque como madre sé que no es ideal que se tire al suelo en un espacio publico, Pero en ocasiones lo permito porque siento que es su forma de conectarse sensorialmente y encontrar su armonía. Para él, el contacto directo con el suelo o diferentes superficies le brinda una experiencia táctil y sensorial que lo calma y lo ayuda a procesar su entorno.
Este tipo de comportamientos, aunque pueden parecer inusuales o inapropiados para los demás, son formas de auto-regulación que los niños neurodivergentes como Adrián. A través de estos momentos, logra equilibrar su mundo interno con lo que sucede a su alrededor. Permitirle explorar de esta forma le da la oportunidad de entender mejor su propio cuerpo y cómo interactúa con los diferentes estímulos que lo rodean, sin forzarlo a ajustarse a normas que quizás no responden a sus necesidades.
Por supuesto, siempre estoy atenta para que estas exploraciones no comprometan su bienestar. El reto como madre es encontrar el balance entre protegerlo y dejarlo experimentar.
Entendiendo que su manera de percibir y procesar el mundo es diferente, pero igual de válida y necesaria para su desarrollo.