Adrián tiene 5 años, es autista, y aunque aún es pequeño, como mamá en ocasiones me invaden los pensamientos con preguntas al futuro. Unas de las que más me acompañan: ¿Tendrá verdaderos amigos? ¿y si no logra conectar con otros niños? ¿y si se siente solo? ¿y si no lo comprenden?
Deseo que un día encuentre personas que lo acepten tal como es, que se conecten con su mundo sin intentar cambiarlo, que celebren sus intereses, como su amor por los trenes, los aviones, la cocina o la música, y que estén ahí cuando necesite compañía o simplemente alguien con quien compartir en silencio.

Me gustaría que tuviera a alguien con quien hablar cosas que quizás no se atrevería a contarnos a papá o a mí. Un amigo o amiga que sea hogar, que no lo juzgue, que lo escuche, que lo abrace con palabras y gestos.
Sé que no depende de mí controlar si sucederá o cómo será ese camino. Pero sí puedo prepararlo para que reconozca el valor de las personas sinceras, para que aprenda que ser auténtico es más importante que encajar, y para que sepa que merece amor y conexión.