El tiempo de respuesta de un niño autista, como Adrián, puede variar significativamente dependiendo de cómo su cerebro procesa la información, en casa, hemos notado que a veces Adrián tarda en reaccionar cuando le pedimos que haga algo, esto no es desobediencia o falta de interés, sino como su cerebro interpreta y organiza las instrucciones o estímulos que recibe.
¿Por qué ocurre esto?

Procesamiento sensorial
El cerebro de Adrián recibe numerosos estímulos al mismo tiempo: sonidos, luces, sensaciones físicas y palabras, si está enfocado en algo que le interesa o se encuentra en un entorno con demasiados estímulos, puede necesitar más tiempo para filtrar y enfocar su atención en la instrucción.
Procesamiento cognitivo
Las instrucciones que parecen simples para nosotros pueden implicar un esfuerzo adicional para él. Por ejemplo, una indicación como “guarda tus juguetes” incluye varios pasos: detener lo que está haciendo, comprender la orden, recordar dónde deben ir los juguetes y luego realizar la acción, este proceso puede llevarle más tiempo de respuesta.
Regulación emocional
Si Adrián está cansado o frustrado, su respuesta puede demorarse, ya que primero necesita procesar cómo se siente antes de actuar.
Preferencia por rutinas
Los cambios en su actividad habitual también pueden influir, si está construyendo un tren de los que suele armar contexto aquí. Y le pedimos que lo deje para realizar la solicitud, su mente necesita unos segundos adicionales para cambiar de tarea, a veces, incluso puede ignorar la instrucción por completo, especialmente si la interrupción es inesperada.
Estrategias que usamos para apoyarlo

- Dar instrucciones claras y concretas: Frases simples como “lleva los zapatos a tu cuarto” son más efectivas que algo más vago.
- Esperar en silencio: Repetir la instrucción constantemente puede frustrarlo, darle espacio para procesar es la clave.
- Usar apoyo visual: Mostrarle lo que queremos que haga, como señalar el lugar donde deben ir los zapatos, le ayuda a entender mejor.
- Reforzar positivamente: Elogiarlo por sus logros, sin importar cuánto tiempo le lleve responder, refuerza su confianza.
Reflexión
El tiempo de respuesta de Adrián no es un problema, sino una oportunidad para entender mejor su forma de interactuar, cada vez que responde, aunque tarde un poco más, demuestra que está haciendo su mayor esfuerzo.
Este proceso nos ha enseñado a valorar los pequeños logros y a ser más comprensivos con su ritmo único. Para nosotros, cada acción de Adrián es una lección de paciencia, empatía y amor incondicional.
¿Has enfrentado algo similar con tu hijo?
Déjanos un comentario y comparte tu experiencia. Juntos podemos seguir aprendiendo cómo apoyar a nuestros pequeños héroes.