Adrián asiste al jardín a sus 4 años, un proceso que ha sido un poco complicado porque estuvo mucho tiempo en un proceso de adaptación donde lo llevaba solo por 1 o 2 hora . La institución me pidió que estuviera con ellos como acompañamiento durante unos días mientras él se acostumbraba a la escuela, a los demás niños, a las profesoras y a no estar en casa, y tener que experimentar cosas nuevas para él en este nuevo espacio. La adaptación no se ha logrado por completo, pero vamos avanzando sobre la marcha.

El otro día, durante uno de esos acompañamientos a la hora del descanso, cuando los niños comen la lonchera, la profesora me dijo: “Mamá, usted es muy juiciosa con lo que le empaca al niño. Si usted mira la lonchera de los demás niños, verá lo que los papás les están empacando: Adrián es el único niño que no trae mecatos, dulces, juguitos de caja o gaseosas.” y así nos quedamos durante un rato cada una dando el punto de vista sobre el tema.


Para mí, el bienestar y la salud de Adrián son primordiales, y esto incluye la alimentación. Optar por no permitir que mi hijo consuma comida chatarra es una decisión que se basa en varios factores. En primer lugar, entiendo que la alimentación tiene un impacto directo en la salud física, emocional y cognitiva de los niños. La comida chatarra, generalmente alta en azúcares, grasas saturadas y aditivos, puede tener efectos adversos en el comportamiento, el desarrollo y la salud a largo plazo de Adrián. Hay investigaciones que sugieren que una dieta rica en alimentos procesados puede estar relacionada con un aumento en la hiperactividad y otros problemas conductuales en niños, lo que es especialmente relevante considerando su sensibilidad y sus respuestas emocionales.
Por otro lado, es importante también considerar el aspecto social de la alimentación. Entiendo que en entornos como el jardín, puede haber una presión social implícita, donde los niños observan y comparan lo que traen otros en sus loncheras. Esto puede generar un desafío, ya que Adrián podría sentirse diferente por no tener los mismos tipos de alimentos que sus compañeros. Sin embargo, creo que esta es una oportunidad para enseñarle sobre la importancia de hacer elecciones saludables, incluso cuando eso significa ser diferente. Además, puedo enseñarle a estar orgulloso de sus elecciones alimenticias.
A lo que voy con esto es que cada padre tiene sus métodos y formas de crianza, eligiendo lo que les funciona en función de sus valores, creencias y la comprensión de las necesidades de sus hijos. La crianza es un viaje único y personal, y lo que puede ser adecuado para una familia puede no serlo para otra.