Adrián se tapa iodos cuando algo le abruma

Frustración en niños autistas y cómo acompañarlos desde el amor

A veces la frustración no grita con palabras, grita con el cuerpo, grita cuando mi hijo Adrián que tiene 5 años y es autista llora desconsoladamente, se cubre los oídos o se niega rotundamente a hacer algo que para otros niños podría parecer simple. En esos momentos, su mundo interno se desborda, y yo, como su mamá, solo puedo abrir los brazos, la mente y el corazón para entender lo que está viviendo.

La frustración en niños con autismo no es un capricho, es una forma de defenderse ante un entorno que muchas veces no logra comprenderlos ni adaptarse a sus necesidades, en el caso de Adrián, he aprendido a reconocer cuándo algo lo sobrepasa: cuando se interrumpe una rutina que ya tenía establecida sin previo aviso, cuando un sonido lo desubica, cuando no puede expresar con claridad lo que siente o cuando algo inesperado rompe su sentido de control. Entonces aparece ese torbellino emocional que lo hace sentirse perdido, enojado o simplemente agotado.

¿Cómo vive la frustración un niño autista?

Muchos niños autistas experimentan el mundo a través de una sensibilidad única. Algunos, como Adrián, tienen hiposensibilidad, lo que significa que necesitan estímulos más intensos para percibir su cuerpo o su entorno. Eso también puede provocar frustración: no saber cuánta fuerza usar para abrir una puerta, tropezar constantemente por no calcular bien el espacio o simplemente no sentir “que están ahí” si no corren, saltan o giran.

La importancia de acompañarlos con empatía

Como mamá, no tengo todas las respuestas. Pero he aprendido algo esencial: la frustración de mi hijo no necesita corrección inmediata, necesita comprensión. Necesita que yo valide lo que siente sin juzgarlo, que le ofrezca estrategias de regulación emocional sin forzarlo, y que reconozca su esfuerzo en cada pequeño paso.

Lo he visto calmarse al escuchar música suave, al recibir un abrazo fuerte, al repetir palabras que le brindan seguridad o simplemente dándole espacio. Cada niño autista tiene sus propios lenguajes de calma, y descubrirlos es parte del viaje.

Cuando un niño autista se frustra, no está desafiando al mundo, Está tratando de sobrevivir en él.

¿Cómo podemos ayudar a un niño con autismo a gestionar su frustración?

Aquí comparto algunas herramientas que nos han funcionado con Adrián y que pueden ayudar a otras familias:

  • Anticipar lo que va a suceder, usando palabras claras o canciones que lo preparen para los cambios.
  • Nombrar la emoción por él, diciendo cosas como “Sé que estás frustrado porque no pudimos ir por el camino de siempre. Te entiendo” pero debemos hacer cambios.
  • Ofrecer un espacio seguro donde pueda descargar sin sentirse observado o juzgado.
  • Validar sus sentimientos, recordándole que está bien sentirse así y que mamá está ahí para ayudarlo.
  • Respetar sus tiempos, sin apurarlo a calmarse ni exigirle explicaciones inmediatas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *