El autismo no es una enfermedad, sino una condición neurológica que acompaña a la persona a lo largo de su vida. Sin embargo, todavía existe la creencia errónea de que el autismo es algo que se puede “curar”, como si se tratara de una gripe o una infección. Esta idea ha llevado a muchas familias a buscar tratamientos o terapias milagrosas que prometen erradicarlo, sin considerar los riesgos que pueden representar.

En este artículo, vamos a desmontar este mito con base en la ciencia y explicar por qué el enfoque correcto no es la “cura”, sino el apoyo y la aceptación.
¿Por qué el autismo no se puede curar?
El autismo es una diferencia en la forma en que el cerebro procesa la información, lo que afecta la comunicación, la interacción social y el comportamiento. No es una enfermedad que deba erradicarse, sino una parte de la identidad de la persona.
Instituciones como la Clínica Mayo y el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano (NICHD) han sido claras al respecto: no existe un tratamiento estándar que elimine el autismo, pero sí hay intervenciones que pueden ayudar a mejorar la calidad de vida y potenciar habilidades. (Fuente)
Mitos y realidades sobre la “cura” del autismo
❌ Mito: “Si un niño recibe terapia intensiva, dejará de ser autista.”
✅ Realidad: Las terapias pueden ayudar a los niños a desarrollar habilidades de comunicación, aprendizaje y autonomía, pero el autismo sigue formando parte de su forma de percibir el mundo.
❌ Mito: “Las dietas o suplementos pueden curar el autismo.”
✅ Realidad: Aunque algunos ajustes en la alimentación pueden beneficiar la salud general, no hay evidencia científica de que una dieta pueda “curar” el autismo.
❌ Mito: “Si alguien no muestra signos visibles de autismo, significa que se curó.”
✅ Realidad: Muchas personas autistas aprenden a camuflar sus características para encajar socialmente, pero esto no significa que hayan dejado de ser autistas.
Peligros de las falsas curas
La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) ha advertido sobre terapias que prometen curar el autismo, como la terapia de quelación o la oxigenoterapia hiperbárica, que pueden ser peligrosas e incluso mortales. (Fuente)
En lugar de buscar una “cura”, las familias deben centrarse en brindar apoyo, comprensión y herramientas para que la persona autista pueda desarrollarse a su propio ritmo y con sus propias fortalezas.
El camino no es la cura, sino la aceptación
En lugar de preguntarnos si el autismo tiene cura, deberíamos preguntarnos cómo podemos construir un mundo más inclusivo. La clave está en el acceso a educación, terapias adecuadas y un entorno que respete la neurodiversidad.
El autismo no es algo que deba eliminarse. Es una forma de ser, de percibir y de vivir el mundo. Y lo que realmente transforma vidas no es la cura, sino la aceptación.