No todos los padres de niños autistas tienen las mismas experiencias, en el caso particular de mi hijo, él es extremadamente estricto con sus rutinas diarias. Por ejemplo, cuando lo llevo por el mismo camino hacia un lugar en especifico dos o tres veces el se memoriza esa ruta y si en algún momento intento cambiar la ruta, ya sea para acortar el trayecto o para enseñarle nuevas alternativas, él se rebela, se detiene, no quiere seguir caminando y me dice “No quiero”, insistiendo en volver a la ruta que ya conoce y en la que se siente seguro.

Además, algo tan simple como el orden en que se viste también forma parte de estas rutinas. Adrián siempre comienza poniéndose la camiseta, luego la sudadera y por último las medias. Si intento cambiar este orden, su reacción es inmediata: “No quiero”, dice con firmeza, y es necesario empezar de nuevo, siguiendo el proceso que él ya tiene interiorizado. Esto no se trata solo de un capricho; es su forma de mantener el control en un mundo que muchas veces puede parecer caótico e impredecible.

Las rutinas son una herramienta poderosa para los niños autistas, ya que les permiten tener un sentido de previsibilidad y control sobre su entorno, les ayudan a reducir la ansiedad que puede surgir ante lo desconocido o los cambios inesperados. Cada niño es diferente, y mientras que algunos pueden manejar ciertas variaciones en su rutina, otros como Adrián, necesitan una estructura más rígida para sentirse cómodos.
En mi blog, quiero compartir estas experiencias no solo para que otros padres puedan ver que no están solos, sino también para que entendamos la importancia de respetar y adaptar las rutinas de nuestros hijos, aunque puede ser un desafío para nosotros como padres, al final del día, lo que más importa es su bienestar y felicidad.