Siempre que tengo la oportunidad y puedo estar atenta a sus movimientos, hago partícipe a Adrián de lo que estoy haciendo, ya que siempre muestra interés y le encanta involucrarse, especialmente cuando se trata de la cocina. Creo que disfruta mucho de estas actividades porque lo estimulan cosas como ver cómo los alimentos burbujean en una olla, sentir la textura de la masa entre sus manos o ayudar a organizar los ingredientes.

Para Adrián, cada una de estas acciones tiene un componente sensorial que le permite explorar el mundo de una manera única, mientras aprende sobre procesos y pasos. Sin embargo, soy muy cuidadosa. Cuando menciono lo burbujeante, no significa que lo deje sin supervisión. Siempre estoy cerca para asegurarme de que está a salvo. Y cuando se trata de cortar, nunca le doy cuchillos afilados, pero le dejo herramientas seguras para que participe en el proceso de manera adecuada y sin riesgos.

Estas experiencias no solo son momentos de aprendizaje, sino también de conexión entre nosotros, donde él puede experimentar nuevas texturas, olores y sensaciones mientras se siente involucrado y parte de lo que sucede a su alrededor.

“Para Adrián, la magia de la cocina está en cada pequeño detalle que estimula sus sentidos y lo invita a explorar con alegría.”

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